El pueblo de Moralzarzal ha estado ligado al Ejército desde hace muchos años, algunas veces con hechos de naturaleza festiva y
otras veces con acciones de consecuencias menos agradables, incluso que hubieran podido ser deplorables, pero gracias a Dios no hubo que lamentar muchas
desgracias personales y para comenzar vamos a ver una de las noticias aparecidas en la prensa, en este caso en el Heraldo publicado en Madrid
el día 9 de junio de 1843, publicación que se decía "PERIODICO POLITICO, RELIGIOSO, LITERARIO E INDUSTRIAL",
y en la página cuatro se puede leer la noticia de que el subinpector de la Milicia Nacional pasó revista en Moralzarzal al segundo
batallón de la segunda brigada, mostrándose a continuación el recorte de la noticia.
La Milicia Nacional fue creada como un cuerpo de carácter cívico militar que tuvo su origen a raíz del desmembramiento del ejército como consecuencia de la guerra de la Independencia de 1808, lo que propició el que se crearan Juntas de carácter local y provincial que armaron a grupos de ciudadanos para luchar contra las tropas invasoras de Napoleón. Con la Constitución de Cádiz de 1812 se contempló la regulación de ese tipo de tropas, que combatieron junto a las tropas regulares y el hecho de ese reconocimiento hizo que desaparecieran los grupos de voluntarios creados por aquellas Juntas y se estableció al poco tiempo el reglamento de actuación, obligaciones y organización de dicha Milicia, que se componía de las armas de infantería y de caballería, siendo la tropa la que elegía a los oficiales y se estableció un número de ciudadanos, de entre 30 Y 50 años de edad, que estaban obligados a servir en la Milicia, de acuerdo a los habitantes de la población. Su misión consistía en hacer tareas de orden y seguridad dentro del país y a lo largo de años sufrió diversos avatares como fueron su disolución y su nueva legalización y tomó parte en combates durante la primera guerra carlista a favor de la reina Isabel II. Una muestra del nexo entre el pueblo y la Milicia Nacional la tenemos en lo publicado en la edición de Madrid del lunes 13 de noviembre de 1837 en el periódico EL ESPAÑOL, en la que se hace relación de un enfrentamiento entre facciosos y miembros de la Milicia Nacional de Moralzarzal. Se dice en ese artículo, según cuenta el alcalde de Moral que en esa época era Saturnino Herranz Herranz, que el alcalde de Cerceda, que se llamaba Manuel Barela, vino a nuestro pueblo en la tarde del día 8 de ese mes de noviembre y alertó a nuestro alcalde diciéndole que habían llegado a su pueblo un grupo de facciosos a caballo, y el secretario del Ayuntamiento de Moral formó un grupo de milicianos al que se unió el capitán de la compañía "cebollera" de la Milicia Nacional y el cura D. Manuel Taillet. Marcharon hacia Cerceda los diez hombres y cerca de ese pueblo se enfrentaron al grupo de rebeldes, que eran más que los milicianos de nuestro pueblo. Con una tática de emboscada y ciertos trucos, hicieron creer a los facciosos que eran perseguidos por un grupo más numeroso y les fueron acosando hasta Collado Villalba, donde el grupo de Moral se dispuso a pernoctar. Al grupo de vecinos de nuestro pueblo se les unió la Primera Compañía de Cazadores de la Diputación y persiguieron a los rebeldes camino de Navalquejigo, no sabiéndose más de ese grupo, según relata el artículo de prensa. Sigue el artículo haciendo mención del entusiasmo y firmeza del secretario del Ayuntamiento de Moral, D. José Peláez, así como de la felicitación de la Reina Gobernadora que era entonces Dª María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, pues era Regente o Gobernadora del Reino por la minoría de edad de Isabel II, que era la Reina, y era deseo de la Reina Gobernadora que se consignara el hecho en la Gaceta, que era la Gaceta de Madrid, equivalente a lo que hoy día es el Boletín Oficial del Estado. A continuación se puede ver la cabecera de ese periódico donde se lee la fecha del día de su publicación y que se vendía a 10 céntimos de peseta. Y seguidamente se muestra ese artículo, el cual se ha dividido en dos partes con el propósito de poder verlo mejor que si fuera uno solo, pues sería muy alargado y así es más estético, pudiéndose ver que el Sr. Peláez se desmontó del caballo y lo mandó a su casa. El secretario del Ayuntamiento de nuestro pueblo, D. José Peláez, era además el cirujano titular de Moralzarzal según he podido comprobar en documentos de la iglesia de San Miguel Arcángel, iglesia parroquial del Moral, como se dice en muchos documentos. |
La Milicia Nacional era un movimiento que estaba alimentado con sentimientos patrióticos, y en la anterior foto de la izquierda se puede ver
lo dicho con esa frase que consta en el documento, pudiéndose apreciar en la de la derecha el sello del ayuntamiento Constitucional de Moralzarzal
y las firmas de los que regían el pueblo por aquellas fechas (1854), el alcalde Francisco González Domínguez, el regidor 1º
Mariano González Martín, el procurador Síndico 1º Pedro Solís Fernández y el secretario Angel González
Solís (primo de Julián). Durante la época del reinado de Isabel II hubo bastantes conflictos entre la Corona y el partido Moderado de un lado y la Milicia Nacional (que era partidaria del liberalismo) y el partido Progresista del otro lado, con lo que en tiempos del general Narváez fue disuelta y sus tareas se encomendaron a la Guardia Civil, que estaba recientemente creada, siendo brevemente restablecida poco después, pero al poco fue nuevamente disuelta. Durante la primera República se restableció de nuevo, pero en 1876 definitivamente fue disuelta por el gobierno de Cánovas del Castillo. Y para que se vea el nombre de la persona que fue nombrada teniente primero de la tercera compañía y la fecha en la que se le nombró, se muesta a continuación parte del diploma de nombramiento a favor de Julián González Morales, natural de Moralzarzal. En el diploma se ve que el nombramiento tuvo lugar ese día diecisiete de diciembre de 1854 «en acto celebrado en este día ante el Ayuntamiento, (que entonces era en la Taberna Villa) conforme á la Ordenanza decretada por las Cortes en veinte y nueve de Junio de mil ochocientos veinte y dos, y al art.o 5.o de las adiciones hechas á la misma en veinte y ocho de noviembre de mil ochocientos treinta y seis ; por tanto el Ayuntamiento expide el presente título para que sea reconocido respetado y obedecido como tal Teniente primero en cuyo empleo deberá ser reemplazado en septiembre de 1857 segun el art.o 34 de la expresada Ordenanza. Otra muestra de la relación de Moralzarzal y el Ejército la vemos en la manera de pensar de los regidores del pueblo, que querían tener un campo de maniobras militares en nuestros campos, lo cual se ve por la información mostrada seguidamente. En las actas del Ayuntamiento de Moralzarzal, en la sesión celebrada el día cuatro de abril de 1920 está escrito : el pleno acordó que se interese al Diputado en Cortes por este distrito, Sr. Marqués de Torrelaguna, para que influya en la ubicación en nuestra jurisdicción de un campo militar. Se ha practicado estudio por una Comisión del Estado Mayor del Ejército para establecer cuartel y campo de experimentación para el Batallón de Instrucción de prácticas militar. Y en la sesión del día 22 de enero de 1921 se lee : Sobre el campo de maniobras del Ejército, hay absoluta disposición a la concesión de terrenos propios del municipio "altamente beneficioso para los interéses de este pueblo." En tiempos más recientes, pero también lejanos, se ve la relación de Moralzarzal con el Ejército, pero por otros motivos, y así se puede ver lo publicado en EL SIGLO FUTURO, número 18411 , año LX, el sábado 28 de septiembre de 1935 con la noticia de prácticas militares en la zona que hoy ocupa el campo de maniobras de El Palancar. Y publicado en LA VOZ, número 4594 , año XVI, el martes 1 de octubre de 1935, cuando estaba como Presidente del Gobierno Manuel Portela Valladares, que por esas fechas venía a Moralzarzal a decansar y estaba en el hotel de Velázquez, conocido también entonces como Hotel Azul, mientras se estaba construyendo su casa en la zona donde hoy se encuentra el restaurante el Fogón de los Arrieros, en la calle Matacerquillas. En una de esas reseñas periodísticas se ven nombres de la toponimia de Moralzarzal como son el Chaparral de la Mina, la Silla del Diablo, Calvache y el Collado de la Torrecilla ... zona que comprende lo que luego sería el CMT El Palancar. El campo de maniobras y tiro El Palancar, como lo denomina el Ejército, tuvo su origen allá por los años siguientes al final de la Guerra Civil de España de 1936 y durante una época que comenzó hacia 1948 terminando sobre 1959, aunque luego hubo alguna ligera ampliación, se vivió en el pueblo el asunto de las expropiaciones para constituir el campo, siendo expropiados terrenos de las familias Morales, González, Maya, ... , aunque uno de los Maya me dijo que el Quiñón de Peña Cardín, que era de su familia, se les expropió sobre 1945 y es curioso que hubo terrenos que no fueron expropiados y que quedaron como prominencias, siendo sospechoso que su dueño los tenía sembrados, no se sabe por qué razón, pero se presta a todo tipo de especulaciones. Antiguamente, durante las fiestas patronales que se celebraban a principios del mes de octubre en honor a la patrona del pueblo Nuestra Señora la Virgen del Rosario que tiene lugar el día siete de octubre, la cena de hermandad se hacía a base de carne de los conejos que se cogían en el llamado "día de la caza", de lo que se ha tratado en su apartado correspondiente en la sección de costumbres y tradiciones, y en el año 1956, las gentes del pueblo que participaban en la caza, sufrieron el ametrallamiento y bombardeo debido a maniobras celebradas ese mismo día por la mañana (para mi, que fue la única vez que fuí a la caza, el recuerdo está vivo y era como lo que había visto en las películas), y al año siguiente, estando de alcalde D. Alejandro Navas, no se pudo realizar la caza por impedir el paso a la zona por parte de la Guardia Civil. Recuerdo que ese día que sufrimos el ametrallamiento y bombardeo, la mayoría de los jóvenes y un poco menos jóvenes salieron por la mañana temprano a cazar y hubo un grupo reducido entre los que iban al cura del pueblo D. Pedro García, otro cura que estaba de vacaciones y que vino a las fiestas, pues era natural de Moralzarzal, Pedro López Masedo, conocido en el pueblo como Pedrito, el dueño del bar Paco, Francisco Sabariegos, el molinero Miguel Domínguez, que llevaba la burra, mi padre con mi hermano José Mari y yo, y otros pocos, y nada más pasar por la portada del Serrejón, cerca de la casa del guarda, empezamos a bajar y se oyó como un "pím". Mi padre dijo : ¡todos al suelo!, y empezamos a oir ese ta, tatatatatata ... de las armas automáticas y yo, volviendo la cabeza hacia atrás, veía el polvo que salía del suelo al impacto de las balas. También comenzamos a oir el silbido típico de los proyectiles de artillería y ver levantarse una nube de humo al tiempo de oirse la explosión del proyectil al caer a tierra. En aquella mañana, mi padre perdió el reloj de pulsera y aa los pocos días, Justo García Rubio conocido como "baturro", se fue por donde habíamos estado y encontró el reloj, y cuando se lo dió a mi padre, no se lo podía creer. Aparte de hacerse el día de la caza en los campos del pueblo que componen el campo de maniobras, algunas gentes se adentraban en él para buscar chatarra y luego venderla ya que ese era su medio de vida, pero a veces las cosas no salían bien y se producían accidentes que en ocasiones resultaban fatales, y así ocurió el día 10 de abril de 1959 en el que fallecieron dos vecinos de Colmenar Viejo por explosión del proyectil que iban a coger, y se llamaban Juan Colmenarejo Gasco, de 32 años de edad que dejó tres hijos y Máximo Justo García Arroyo de 28 años, que dejó un hijo, ambos enterrados en Moralzarzal. Hubo una ocasión en la que no hubo que lamentar desgracias personales y fue hacia el verano del año 1970, cuando estando en casa de los Guijarro, en la colonia del Redondillo, estaban jugando los chicos y D. Luis González, cuñado del propietario del chalet, D. Santiago Guijarro, sintió un golpe en el pecho y les llamó la atención a los chavales, diciédoles que no tiraran piedras, y en realidad había sido el golpe de una bala perdida proveniente del campo de maniobras de El Palancar como pudieron comprobar. El día 25 de mayo de 1976, como consecuencia de unas maniobras realizadas en el campo de tiro de El Palancar, un proyectil de artillería alcanzó la casa situada en la calle de Madrid nº 13, el cuál explotó y tuvo como resultado la destrucción parcial de dicha casa, pero afortunadamente en el interior no se encontraba ninguna persona, pues estaban fuera, ya que se hallaban sentadas en la terraza o porche de la casa, su dueña María Domínguez González (conocida como María la de Mero, pues su marido era Baldomero González López) y su tía Asunción González Blasco (conocida como la tía Chon). A continuación se muestra la noticia dada por la agencia EFE, bajo el nombre de la sección gráfica nacional Foto Cifra Gráfica, y las fotos que siguen son de esa agencia y se las dieron a la familia, las cuales conserva Manolo, hijo de María. A pesar de que la parra que había en la terraza aminoró la caida de los cascotes, pues el proyectil entró por el tejado, a la tía Chon no la pasó nada, pero si a María, que la dieron varios cascotes y fue hospitalizada en la sede de la Cruz Roja de la avenida de la Reina Victoria de Madrid, donde estuvo durante tres semanas. No recibió ninguna indemnización a pesar de estar esas tres semanas hospìtalizada y como consecuencia de ello, sufría mareos de vez en cuando, y tuvo lesiones en varias vértebras. El proyectil era de carga hueca y este tipo de proyectil lo que hace es romper, por lo que no hubo daños más graves. A continuación se muestra una serie de fotos en la que se puede ver el destrozo ocasionado en la casa, |
La noticia sobre este incidente fue publicada en la prensa de entonces, por ejemplo en ABC de 26 de mayo de 1976 y también en el
periódico El Pais en su edición de ese mismo día, mostrándose a continuación la cabecera de dicha noticia.
La noticia publicada en El Pais dice que «rápidamente vino una vecina y entre las dos apartamos los cascotes de ladrillos como pudimos. Con una camisa que traía envolvimos la cabeza de la herida e intentamos sacarla de aquel lugar». Con estas palabras Angelita Ribas, la vecina que auxilió a María Domínguez inmediatamente después de que sobre su casa cayera un proyectil de 6 kilos de peso, narra los sucedido en la tarde del lunes en Moralzarzal. Eran las 6:20 de la tarde. Inesperadamente, todo el piso superior se desmoronó con un gran estruendo - «como el de un trueno», nos aseguran- y el techo se venció sobre la casa. Grandes mazacotes de ladrillos, argamasa y piedras cayeron sobre el porche y los muebles se entremezclaron con los cascotes de grandes dimensiones que la techumbre soltó violentámente. Una nube de humo cubrió toda la casa, mientras las dos mujeres sufrieron el impacto de los escombros. También Eusebia Castro corrió hacia "El Rocio", la casa de la calle de Madrid número 15. Llevaba en la mano una camisa que tejía y «Angelita -me dijo- que la cubriéramos la herida de la nuca. Con el humo no se podía respirar apenas. Pensé que se moría, pues la vi muy pálida y dando grandes bocanadas -como de agonía». Luego comenzaron a acudir vecinos o gentes que escucharon el ruido del derrumbamiento. Ya la habíamos sacado a la calle y la doctora Durán la atendió primeramente. Luego, Alberto Fujimoto, médico de Moralzarzal, nacido en Japón, la reconoció minuciosamente. Dos heridas en la zona occipital, una de 10 centímetros de longitud y uno de profundidad, llena de esquirlas de ladrillo, y la otra, más profunda, pero menos corta. Detuvo la hemorragia y suturó las dos heridas. También apreció la rotura de alguna costilla, posiblemente en función de la onda expansiva. Inmovilizaron a la herida y una ambulancia de la Cruz Roja de Villalba acudió rápidamente para trasladarla a Madrid, a la Clínica de la Cruz Roja, en la calle Reina Victoria. A las preguntas de los periodistas que la visitaron en la habitación nº 434 del pabellón de accidentados de la Clínica de la Cruz Roja, dice que «ha sido un milagro que no hayamos volado todos. Aún me encuentro asustada y quiero descansar» Seguidamente se pueden ver otras fotos en las que se muestra parte de la casa vista desde el patio y a la derecha se ve cómo quedó el porche, con restos de las hamacas y cascotes caidos de la parte alta del edificio. |
Al principio, los militares que vinieron a inspeccionar lo ocurrido, dijeron que había sido una bombona de butano, pero ante
las pruebas de los trozos del proyectil, tuvieron que rendirse a la evidencia. Imdemnizaron a la familia para la reconstrución,
pero tardaron unos cuantos meses en indemnizar. La reseña de la agencia de noticias daba la calle de los Morales, pero en realidad la casa está en la calle de Madrid, que desemboca en la calle de los Morales, y la casa está cercana a esa calle. En las fotos que siguen se ven los restos del proyectil que estalló en la casa, restos que conserva Manolo (Manuel González Domínguez), hijo de María y que con toda amabilidad me enseñó. |
Un jóven de 13 años llamado Luis Angel Domínguez González que había ido a casa de Mateo López
Segovia, vecino también de la calle Madrid en la casa pegada a la siniestrada junto a su esposa Angelita Arribas González,
no sufrió ningún rasguño, y al oir la explosión, la madre del jóven, Lorenza González González,
me dijo que salió corriendo de la tienda (LUISMACU) que tenía en la calle de la Iglesia nº 2 y la calmaron por el camino
diciéndola que no le había pasado nada a su hijo, y que ni se acuerda de haber cerrado la tienda.
En una casa muy próxima al lugar de los hechos, vivía Julián Martín Alonso (apodado el coyote), que estaba sentado en el patio de su casa situado a unos cinco metros de la casa que sufrió el percance y el cual hace unos años, en la primavera de 1973, sufrió un accidente cuando estaba trabajando en la urbanización la Berzosa, cuando un proyectil de obús, que afortunadamente no explotó, dió en el caldero metálico que llevaba y le amputó los dedos meñique y anular de una mano, y en esta ocasión, cuando se enteró de los hechos hizo el comentario : «estos vienen a por mí», según dijo la prensa. La verdad es que Julián era, dentro de lo que cabe, un hombre con suerte, pues además de estas dos ocasiones, estando trabajando en la construcción de un pozo en el chalet llamado de las "Cuatro Eles" situado en la confluencia de las calles Eras, Matacerquillas y Avenida de España, que finalmente se convirtió en el restaurante "El fogón de los Arrieros", al colocar los cartuchos de dinamita, debió poner una mecha más corta que las restantes, pero que prendió la primera, por lo que estalló antes de poder salir, por lo que la explosión le sacó literalmente del pozo y salió sin heridas y vivo, que fue lo más importante. En el periódico el Pais también se lee el comentario que hizo una vecina : «menos mal que no cayó en la peluquería, porque como tiene gas, quizá la explosión hubiera sido terrible». La peluquería era la de Mercedes Moral Martín, la hija del carretero Marceliano que tenía el taller en el Cerrillo, y aunque la entrada la tiene por la calle de las Eras, el edificio está a menos de diez metros de la casa que sufrió el percance. Han caido muchas bombas en el pueblo como consecuencia de las maniobras efectuadas por el ejército desde el campo de tiro de El Palancar, de manera que entre la gente de la milicia de dicho campo, Moralzarzal era conocido como el "gua", porque decían que en el pueblo entraban todos los proyectiles lanzados desde allí. En 1961 cayó una bomba en una casa sita en la calle del Raso nº3 derribando muros interiores y por suerte no había nadie dentro, pero la alarma y el susto fue mayúsculo pues la escuela estaba llena de alumnos y se encontraba a una veintena de metros del lugar de la explosión. En marzo de 1969, en la Travesía de la Viña, cayó otra que no explotó y pasó rozando la tapia del patio de la casa de los Zárate, es decir la casa de mis padres. Otra vez, como los disparos procedían del Sur-Este, la gente se arropaba contra las paredes del edificio del Ayuntamiento en la plaza, pues estaban en la cara contraria a la de procedencia de los proyectiles, me contaba un vecino de la plaza. Otra cayó en la calle Juncarejo a la altura del nº 6 y tampoco causó desgracias personales. En otra ocasión, Mariano Sancho Villagroy, el mozo que tenía el Sr. Alejando, dueño del Almacén, la tienda que aún se puede ver en la plaza de la Constitución haciendo esquina con la calle de la Iglesia, una explosión ocurrida al caer la bomba por la zona de los Chopos (en la carretera de Moral a Villalba), le derribó de la bicicleta en la que iba a por huevos a la granga Gallinópolis que había en la estación de Villalba, la bici se quedó para los restos, y a él afortunadamente no le ocurrió nada. Cuando Pedro Moreno de la Fuente, conocido como Pedrito el pastor, iba con sus ovejas por la zona del Valle un día, por razones desconocidas, los animales en lugar de hacer el recorrido que tenían por costumbre, ese día se desviaron y la sorpresa de Pedrito fue mayúscula al oir el silbido de un proyectil y a continuación ver la explosión. Cuando se hace senderismo, al ir por la cuerda de la Solana, hacia el Portillo de la Mina hay que poner atención y mirar dónde se pisa, pues todavía queda algún proyectil de los lanzados por la artillería, y en las fotos que siguen se pueden ver los restos de uno cerca de la cumbre de la Solana, y en la otra se ve otro proyectil con la parte delantera de amarillo, junto a la alambrada de separación de la zona del campo de maniobras y la finca "La Ladera de la Suerte". |
En otra de mis caminatas por los campos del pueblo, en la zona de Peña Herrera, y cercano al manantial de los Abantos, pude ver un proyectil
que parece ser fue disparado por un carro de combate, y lo rodeé con piedras formando un círculo, de manera que cualquier otro
excursionista que se desplazara por allí lo pudiera distinguir perfectamente para así evitar posibles accidentes, y aquí seguido
se ve ese proyectil, el cual está en terreno de la finca llamada La Navata, lejos del campo de maniobras y cercano a una hermosa mata de
brezo blanco que tiene unos dos metros de altura.
En tiempos de la guerra de 1936, el pueblo no sufrió ningún bombardeo, salvo uno que dicen fue accidental, pues en la zona donde cayeron dos bombas (zona de los "Chaparralillos") desde un avión "nacional", no había tropas "republicanas" acantonadas, las cuales estaban por la zona del Retamar, y como consecuencia de ese accidente, explotaron las bombas y murieron unas cuantas ovejas de Adolfo González conocido como "el Gallo". De cualquier manera, el ser prudentes puede evitar muchos accidentes, y la imprudencia pudo haber costado un serio disgusto a los familiares de los chicos que formábamos una pandilla de las que siempre ha habido cuando los chavales se reunían para jugar, como cuando llegué al pueblo en el verano de 1951, que yendo con la pandilla de correrías por la calle del Raso, cogimos un proyectil de una huerta que había por donde está hoy día Protección Civil y nos lo llevamos cerca de casa, a la travesía de la Viña. Allí nos echó la bronca un capitán de ingenieros que estaba veraneando en la casa de enfrente (Pedro Jiménez), pues nos vió con lo que estábamos jugando y llamó a la Guardia Civil, de manera que vinieron artificieros a buscarlo. En 1964 cayeron 7 bombas en el pueblo, dos de ellas en la calle de las Eras hacia el nº 30 y a Nieves González Puente la cayó tierra levantada por la explosión, pues se encontraba en el patio de su casa que está enfrente del número 30. Una de ellas no explotó y lo que quedaba de la otra, se encontró en 1984 en el patio de mi casa cuando se hizo la zanja para el alcantarillado. En 1967 cayó otra bomba también en la calle de las Eras, en esa misma zona que las dos anteriores, la cuál no explotó y cuentan que Tomás Bermejo, que siempre iba con la chaqueta al hombro, pasaba por allí y no se enteró. En 1980, durante unas maniobras, cayeron muchos proyectiles en distintas partes del pueblo, y aunque no llevaban más que carga de proyección, no carga explosiva, sembraron el pánico entre la población, pues pegaban en una pared, rebotaban, pegaban en otra y así una y otra vez. Yo fuí testigo de los daños causados en una tapia de la finca de la familia Nadal, en la calle de las Eras nº 36, donde cayeron varias piedras y una alambrada metálica con su cerco, y también en esa calle rompieron un balcón de un edificio de la urbanización Prados Verdes. Y se muestra el encabezamiento de la noticia dada en El Pais el día 29 de octubre de 1980 El artículo dice que unas doce granadas disparadas desde el campo de tiro de Hoyo de Manzanares ayer, por la mañana, fueron a caer sobre el casco urbano del cercano pueblo de Moralzarzal, causando una gran alarma entre sus habitantes. Las granadas, lastradas, sin carga explosiva ni espoleta, no hicieron explosión, pero sí causaron graves daños en varias viviendas. Los vecinos del pueblo aseguraron que no es esta la primera vez que se produce un bombardeo de este tipo, si bien fuentes militares restaron importancia al hecho y afirmaron que la reparación de los daños -valorados en principio en unos tres millones de pesetas-, será asumida por el Ministerio de Defensa. Entre las 11:00 y 11:30 horas se empezaron a oír en el pueblo los silbidos típicos de un bombardeo y poco después, una señora con un niño en brazos, llorando, se presentó en el Ayuntamiento para decir que estaban cayendo cañonazos por todo el contorno. El alcalde, al oír a su vecina, salió a la calle en compañía de algunos concejales y se dio cuenta de la situación. Rápidamente llamó al regimiento de Hoyo de Manzanares para pedir el cese inmediato de las pruebas que se estuviesen realizando. «Como no me cogían el teléfono», señaló a EL PAIS el alcalde, Jesús González, «llamé al Gobernador civil, pero tampoco pude establecer contacto con él. Por fin, cerca de las doce de la mañana logré hablar con el cuartel de Hoyo, y el comandante ordenó que se paralizasen las pruebas, que se suspendiese el fuego». Jesús González consiguió hablar posteriormente con el gobernador, Mariano Nicolás, y le puso al corriente de la situación, al tiempo que le señaló que esta no era la primera vez que ocurría y que había estado a punto de producirse una catástrofe, si las granadas hubiesen hecho explosión. El gobernador inició las gestiones para paralizar el tiro y habló con la Guardia Civil de Cerceda, que es la que tiene jurisdicción sobre Moralzarzal. Continúa el artículo diciendo que los vecinos piden la desaparición del campo de tiro y se expresa en estos términos : Mientras tanto, los vecinos se fueron concentrando ante el Ayuntamiento para tener noticias de lo que estaba ocurriendo y pedían que se cerrase el campo de tiro. Según manifestó el alcalde a este periódico, « bombardeos de este estilo se han producido en cuatro o cinco ocasiones en los últimos años. En uno de ellos estuvo a punto de ser alcanzada la escuela. En 1976, uno de estos proyectiles alcanzó a una señora y estuvo bastante tiempo hospitalizada ». Fuentes militares consultadas por EL PAIS han señalado que no se realizan maniobras en la zona y que se trata de proyectiles procedentes de la realización de pruebas de material. Los materiales caídos en el pueblo, indicaron las mismas fuentes, son granadas lastradas sin carga explosiva ni espoleta y las pruebas llevadas a cabo son de estudio de proyección de cargas. Continúa el artículo dando algunos detalles de los desperfectos causados y del número de proyectiles : Al menos tres viviendas resultaron afectadas por el bombardeo, y aunque el número de proyectiles recogidos no fue precisado en la tarde de ayer, algunas versiones daban cifras de más de veinte. En una de las viviendas, la granada penetró por el techo del garaje, se introdujo en la cocina y finalmente salió al jardín. A su paso destruyó gran parte de la cocina y rompió los cristales del invernadero. Afortunadamente, en ella no se encontraba persona alguna. En otra vivienda, perteneciente a una nueva urbanización y actualmente en venta, la granada hizo blanco en el balcón y rebotó hacia fuera, agujereando la terraza del piso superior, donde había una bombona de butano que no fue alcanzada. En la vivienda afectada, un primer piso, los ladrillos salieron despedidos hacia el interior y destrozaron algún electrodoméstico. Finalmente, otra granada cayó en la carretera y al rebotar, se introdujo por la ventana de otra vivienda, causando numerosos daños en varias habitaciones. Se sabe que otros proyectiles se dispersaron por distintas zonas. Lo que dice de la urbanización que está en venta se refiere a Prados Verdes, y lo de que cayó en la carretera y rebotó es la que dió en la tapia de la casa de la familia Nadal. En el periódico ABC de edición 21 de octubre de 1980, aparece una noticia diciendo que se tomarán medidas disciplinarias con los responsables y que los diputados socialistas Costa, Barranco y Solana han dirigido una pregunta al Gobierno en torno al accidente ocurrido en Moralzarzal. Como consecuencia de las protestas habidas y de las presiones ejercidas ante las autoridades y por sentido común, al final se consiguió que en el pueblo se respirara con más tranquilidad, y se explica al ver el artículo de El País de fecha 4 de noviembre de 1980. También hubo interpelaciones en el Congreso de manera que los diputados socialistas José Acosta Cubero, Juan Barranco Gallardo, y Luis Solana Madariaga firmaron el día 29 de octubre de 1980 una pregunta dirigida al Gobierno por los hechos acaecidos el 28 de ese mismo mes y año cuando cayeron una serie de proyectiles sobre el pueblo de Moralzarzal, de manera que pide qué medidas piensa tomar el ejecutivo para indemnizar a los afectados, las condiciones de seguridad para la población circundante al campo de tiro y las medidas que piensa tomar para que no se vuelvan a producir hechos como el ocurrido el día 28 y de fechas anteriores. La respuesta se produce el día 19 de enero de 1981 y va firmada por el Ministro de la Presidencia Rafael Arias Salgado en la que se dice que la contestación formulada por parte del Ministro de Defensa en nombre del Gobierno, que de acuerdo con el peritaje, se pagaron todos los daños reclamados por importe de 2.077.000 pesetas y referente a la seguridad se dice que en los 30 años de utilización del campo y habiéndose realizado más de 7.500 ejercicios son muy contados y escasos los accidentes producidos. En conclusión dice que el campo reune condiciones plenas de seguridad para realizar los ejercicios siempre que se cumplan las normas dictadas por la Capitanía General de la Primera Región Militar, y que se crea una Comisión para perfeccionar aún más, si fuera posible, las condiciones de utilización. El 31 de octubre se ve un artículo en El País en el que se da información de medidas disciplinarias por el "bombardeo" y se ve a continuación la cabecera de ese artículo. El artículo de El País mencionado aquí arriba, se transcribe a continuación y dice así: El coronel Espinosa, jefe del Polígono de Experiencias y Tiro, fue destituido ayer de su cargo por orden expresa del ministro de Defensa, Agustín Rodríguez Sabagún, como responsable directo del bombardeo que el martes pasado sufrió, por equivocación, el pueblo de Moralzarzal y que, aunque no causó víctimas, produjo importantes daños en varios edificios. La unidad mandada por el coronel Espinosa se encontraba realizando las pruebas de un nuevo material recientemente adquirido por el Ejército. Las granadas disparadas desde el campo de tiro de Hoyo de Manzanares describieron una trayectoria inesperada y fueron a caer sobre el casco urbano, distante 1,6 kilómetros del límite del terreno militar. Otras medidas disciplinarias de carácter interno podrían ser la consecuencia directa del expediente de investigación abierto sobre el caso. Los sucesos se produjeron alrededor de las 11.30 horas del martes, cuando técnicos militares del Polígono de Experiencias y Tiro (que antes estaba ubicado en Carabanchel y ahora en la misma carretera de Extremadura, junto al regimiento Wad Ras) se hallaban probando, en el campo de tiro de Hoyo de Manzanares, material recientemente adquirido por el Ejército. En concreto, se trataba de una partida de estopines, como se conoce en el argot militar, algo así, si puede servir la comparación, como starters de automóviles, que tienen la propiedad de producir una más violenta ignición de la pólvora que facilita el disparo de los proyectiles. Según las mismas fuentes militares, esos estopines se estaban probando con cañones 155 -una de las armas más modernas de que dispone la artillería española- El campo de tiro de Hoyo tiene una distancia de 5.500 metros, después, de cuyo límite se hallan, a una distancia de 1.600 metros, las primeras colonias de veraneantes de Moralzarzal. Este tipo de cañón-obús tiene, según técnicos militares, la propiedad de poder disparar de forma más rasante que los cañones convencionales, que producen una trayectoria más parabólica, lo que provocó un efecto de rebote -parecido al que produce una piedra plana lanzada oblicuamente y con fuerza sobre una superficie de agua-, que hizo que las granadas alcanzasen las casas de Moralzarzal. Según fuentes militares, esa pudo ser la explicación del involuntario bombardeo de este pueblo serrano. Hubo proyectiles que penetraron en viviendas. Contiúa el artículo haciendo una valoración de los daños causados y que según portavoces autorizados del Ejército, este se haría responsable de todos los daños. También habla de que habían tomado la precaución de que los proyectiles no estuviesen activados, es decir, que no tenían carga explosiva ni espoleta, por lo que no hicieron explosión y que de haberse tratado de proyectiles reales, habrían estallado en el primer impacto y no habrían producido el efecto del rebote. Sigue el artículo diciendo que los diputados socialistas José Acosta, Juan Barranco y Luis Solana, han formulado una pregunta Gobierno sobre los hechos relatados, de lo que se ha hecho mención líneas arriba. Y también hubo arrestos como consecuencia de ese incidente del "bombardeo", como dijo la prensa el día 5 de noviembre. Como consecuencia del incidente de ese "bombardeo" del día 28 de octubre de 1980, cuando se realizaban pruebas de balística con nuevo material en el campo de tiro de Hoyo de Manzanares, el coronel de Ingenieros Marcial Espinosa Cilla, fue sancionado con catorce días de arresto, tras ser destituido como director del Polígono de Experiencias de Carabanchel, y con arreglo a lo establecido por las ordenanzas militares, cumplió el arresto en su domicilio. Asimismo, el teniente coronel del mismo cuerpo, Manuel Torres Banquero, responsable directo de las pruebas realizadas, fue sancionado con dos meses de arresto, castigo máximo con que se le podía sancionar por la comisión de una falta leve y decía la nota de prensa que ese arresto deberá ser cumplido en prisión militar, probablemente en Alcalá de Henares. El hecho de realizar las pruebas con la nueva carga de proyección, junto con el ángulo de tiro aplicado para el tipo de proyectiles usados, que eran del calibre 155, las granadas experimentaron una velocidad mayor que en otros ejercicios, lo que representaba, al no ir provistos de carga explosiva ni espoleta, un rebote seguro, que es lo que ocurrió, por lo que al alcanzar su objetivo, salieron despedidos y fueron a caer al pueblo. Hasta ahora ha salido en repetidas ocasiones el nombre del campo de maniobras de El Palancar, a veces expresamente y en otras ocasiones como campo de maniobras de Hoyo de Manzanares, pero qué sabemos de él. En el número 800 de la Revista Ejército que está dedicado a Centros de Adiestramiento y Campos de Maniobras y Tiro, se trata uno de esos centros que es el CMT (Campo de Maniobras y Tiro) de El Palancar, y entre los datos que se pueden ver están los antecedentes, diciendo que este campo se formó por la adquisición de varias fincas que fueron expropiadas entre 1948 y 1959 la mayor parte de ellas y que en posteriores fechas hubo pequeñas adquisicones hasta alcanzar una extensión de 2.183 Ha. La entrada principal está en la carretera de Torrelodones a Hoyo de Manzanares, que es la cota más baja, y el alto del Estepar es la cota más alta siendo sus dimensiones de unos siete km. de este a oeste y de unos cinco de norte a sur, y el terreno es muy accidentado por contener una parte muy importante de la Sierra de Hoyo. Tiene varias zonas bien delimitadas, las de vivac, las de ejercicios tácticos sin fuego real y las de tiro, pero aunque se prohibió el tiro con armas pesadas, todavía queda munición perdida en sus campos y los campos linderos, explotada y sin explotar, como se ha mostrado líneas arriba y el que se muestra a continuación. En la parte central del campo se halla un buena carretera, aunque no está asfaltada, pero facilita la comunicación entre las distintas partes del campo, y en la zona sur hay unos cuantos caminos o pistas forestales transitables por vehículos todoterreno, y además de esta red de caminos, los cortafuegos también permiten el paso de vehículos todoterreno. Hay varias vías pecuarias que atraviesan el campo militar, como son el Cordel de Becerril, la Cañada del Manina que desciende del Collado de la Torrecilla, y además la Colada del paso de ganados de La Ladera y los Picazos. Las unidades militares que utilizan el campo, están obligadas, al marchar, a dejar los espacios utilizados tan limpios o más que como los encontraron a su llegada, y está totalmente prohibido el vertido de aceites, combustibles, pinturas, desinfectantes o cualquiera otra cosa que contamine, tanto en el terreno como en los cursos de agua. Como el Campo está enclavado en el Parque de la Cuenca Alta del Manzanares, se ha de tener especial atención y respeto por el medio natural, por lo que queda prohibido el encender fuegos, verter materias contaminantes, dejar residuos o desperdicios, talar árboles o arbustos, romper ramas, y las prácticas con explosivos, voladuras y minas se harán en las zonas predeterminadas y establecidas para ello y en las fotos siguientes se ve a la izquierda un cartel que recuerda lo dicho, como se puede leer, situado en la zona de vivac de la Casa del Notario, y en la otra foto se muestra una vista de la zona del campo de maniobras con dicha Casa del Notario y la explanada de la zona de vivac y al fondo se pueden ver, recortando el horizonte, los montes Canto Hastial y La Solana, con esa vaguada que hay entre los dos y hasta donde llega uno de los cortafuegos y que corresponde al Portillo de la Mina. En la parte de la izquierda se ve un cortafuegos que sube de izquierda a derecha por la zona oeste de la elevación conocida como Altos de Camenciano. |
La Casa del Notario es denominada así porque era la casa de un notario de Colmenar Viejo llamado Emilio Riaño, notario ante el que testaron muchas personas del
pueblo sobre todo en el primer cuarto del siglo XX, y por poner algún ejemplo de personajes conocidos, diremos a Vicente Morales, Jusefa Olazábal y su marido
Melchor Antuñano, ... y otros más. La casa, según me contó D. Ignacio Morando, vecino de Hoyo de Manzanares y sobrino nieto del notario, situada en la finca llamada El Palancar, tenía casa de guardas, establos, estanques, pilones, retrete independiente, gallinero, y se abastecía de agua de un manantial que pienso debe ser el llamado de las Cochinas, que no está muy lejos de allí. En la foto que sigue se ven algunas de les edificaciones y la propia casa al fondo, con su tejado y parece bien conservada. Por los datos que muestra la revista de la que he hecho mención más arriba, a causa de la naturaleza de la vegetación que cubre el terreno, la cual está formada en gran parte por matorrales que para su normal desarrollo requieren temperaturas elevadas y que durante los meses cálidos y secos presentan una gran combustibilidad, es decir que arden con mucha facilidad, lo que les hace propicios a elevar el peligro de incendios forestales durante una larga parte del año y es por lo que está prohibido el uso de munición trazadora, iluminante, incendiaria y fumígena. La munición trazadora es un tipo especial de bala, modificada para llevar una pequeña carga pirotécnica en su base que se enciende al ser disparada, ardiendo intensamente y haciendo el proyectil visible para el ojo humano, lo que le permite al tirador seguir la trayectoria de la bala hacia el objetivo, permitiendole realizar correcciones en su precisión y puntería. La munición incendiaria es parecida a la trazadora, pero su misión es provocar incendios en el objetivo, bien con retardo pirotécnico al consumirse algún tipo de mecha o la carga trazadora en los combinados, o con espoleta de impacto, siendo usadas por francotiradores y suelen ser de gran calibre para destruir depósitos de materiales o de combustible. Las balas iluminantes emiten una luz de gran intensidad, bien sea blanca o de colores, y suelen llevar paracaídas para aumentar el tiempo durante el cual permanecen útiles. Las fumígenas emiten una gran cantidad de humo sobre la máxima superficie posible con fines de ocultamiento y una variedad de ellas son las marcadoras, balas que a diferencia de las fumígenas normales funcionan durante más tiempo soltando un haz de humo más estrecho y coloreado con el onjetivo principal de marcar objetivos o tropas propias para indicar a la aviación propia que las tropas son "amigas". Está prohibido también hacer fuego, como se ve en el cartel mostrado en una de las fotos mostrada anteriormente, con el obvio objetivo de prevención para no provocar incendios. Para la extinción de incendios con medios aéreos, dispone el Campo de una charca artificial con la base de goma, donde se recoge agua del Arroyo Arenero (Arnero dicen los mayores del pueblo) y que mantiene una reserva de agua durante todo el año, aunque es algo más escasa durante los meses del estío, charca que se muestra en la foto siguiente. Prácticamente la totalidad del perímetro del Campo está formado por un cortafuegos de 20 metros de anchura. La zona de caída de proyectiles, el campo de lanzamiento de granadas y los dos campos de tiro de armas portátiles de mayor utilización, se encuentran rodeados por un cortafuegos de 30 metros que se denomina anillo de fuego o cortafuegos principal. Al no disponer la Comandancia del campo de medios propios, ni personal mínimo para abordar con prontitud y adecuadamente estos siniestros, las unidades que utilizan el Campo deberán observar con la mayor exactitud todas las medidas que contemplan sus normas. Aunque el CMT El Palancar está situado dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, su empleo racional y respeto a la normativa medio ambiental, permiten que pueda disponer de instalaciones para el desarrollo de actividades logísticas y de actividades tácticas. Entre las primeras se encuentran cuatro zonas de vivac, dos de ellas en la zona de Matalasgrajas llamadas Rasos de Mañina y Tinados de Cancela, una en Casas de El Palancar, conocida como Casa del Notario y otra en Los Llanillos. Entre las actividades tácticas hay seis explanadas para ejercicios con armas de tiro tenso (con una trayectoria casi plana) y de calibre máximo 7,62 mm, una zona de tiro de lanzagranadas, dos zonas de prácticas de explosivos, un campo de tiro para subcalibre de CC y una zona de caída y asentamiento para armas de tiro curvo con calibre máximo de 81 mm. Todas ellas permiten realizar tiro con las armas especificadas y con helicópteros, exclusivamente sobre la zona de caída. No está autorizado el fuego antiaéreo ni desde aviones, así como munición trazadora, fumígena, incendiaria, iluminante o espoletas graduadas en tiempo. Todo el CMT, excepto la zona de caída, se puede emplear para ejercicios tácticos, hasta nivel S/GT (Grupo Táctico), sin fuego real, coordinándolos con el resto de los ejercicios. La foto de la izquierda muestra la zona de Matalasgrajas y está tomada desde Cerro Saluda en el enclave de Navahuerta, territorio de Becerril de la Sierra que se interpone entre Colmenar Viejo y Moralzarzal, y la de la derecha, con las explanadas de tiro de El Palancar, está tomada desde la zona de Canto Hastial y se ve a la izquierda un roquedal de Lanchamosa y al fondo la silueta típica en pico del Cerro de San Pedro. |
Pero dentro de los ejercicios, prácticas y maniobras realizadas en El Campo de El Palancar, ha habido accidentes y repasando hemerotecas, hay uno que quiero comentar
y es el sufrido por dos miembros del Ejército durante el desarrollo de unos ejercicios de fuego con mortero, tratándose del caballero legionario Rubén
Gómez García, de 18 años, y Mario Sánchez Lobo, de 19, que cumplían el servicio militar obligatorio en la Brigada Paracaidista. Murieron
el 16 de enero de 1990 al hacer explosión una granada en el interior de un mortero de 81 mm. con el que realizaban prácticas de tiro en el campo de
maniobras de El Palancar (Hoyo de Manzanares), según decía una de las noticias publicadas, y seguía diciendo : La investigación realizada por el juez militar no consiguió determinar las causas del accidente, pero sí descartó el fallo humano, y solo apuntó que la explosión pudo deberse al mal estado de la munición, de la espoleta o del mortero. Se trataba, según las diligencias judiciales, de una granada rompedora modelo 51, del mismo tipo que la que 11 años después, el 7 de mayo de 2001, explotó dentro del tubo y causó la muerte de dos sargentos alumnos de la Academia de Infantería de Toledo durante unas prácticas en el campo de tiro de Chinchilla (Albacete). Uno de los periódicos que dió la noticia fue el diario El País del 17 de enero de 1990. En la publicación Reservistas Voluntarios hay un artículo publicado el día 23 de febrero de 2008 titulado Amigos Paracaidistas en el que se dice que mañana se celebra el LIV Aniversario de la fundación de la Bripac y el autor pone que como cada aniversario asistiré a los actos programados con motivo del aniversario y como en cada Parada Militar se rendirá homenaje a los que dieron su vida por España y es ese momento en el que cada vez tengo que contener la emoción, y le vienen a la memoria tres legionarios paracaidistas, entre ellos : Cabo Mario Sánchez Lobo, CLP Rubén Gómez García muertos en acto de servicio el 16 de enero de 1990 al explotarles una granada de mortero de 81 mm dentro del tubo con el que se disponían a lanzarla; aquel día mientras escuchaba las explosiones de mortero, realizaba en el mismo campo de maniobras de "El Palancar" en Madrid mi primer ejercicio de avance con fuego real. Las explosiones de mortero sonaban a pares, primero la del tubo que lanza la granada y luego la de la carga al caer en su objetivo; la última explosión no tubo respuesta, solo silencio, después carreras, suspensión de los ejercicios de tiro y al ponerse el sol, con la mirada puesta en el crepúsculo la 11 Cia rezó un padrenuestro. Supongo que las demás compañías harían lo mismo. Yo hablo de la mía, la que mandaba el Capitán Roizo Uzeta , el mejor que he conocido. Y como recuerdo y en homenaje a esos paracaidistas fallecidos por España, en el Campo de maniobras se alza una especie de túmulo coronado con una cruz y unas placas de mármol con recuerdo de sus familiares y otra donde pone los nombres junto con III BPAC, 12 CIA y la fecha 16-1-1990, monumento que se muestra seguidamente. Acaba el tema relativo al CMT El Palancar con unas líneas referentes a : ALGO TENDRÁN LOS CAMPOS MILITARES, donde se puede leer : Para concluir, un extracto del capítulo escrito por D. MIGUEL DELIBES DE CASTRO para el libro Espacios Naturales del Ministerio de Defensa, editado por la Secretaría General Técnica del MINISTERIO DE DEFENSA, que refleja la opinión de un naturalista sobre los campos militares: «¿Qué podría uno decir de los terrenos militares –pensaba- salvo referir la cantidad de veces que, pidiendo permiso o sin pedirlo, ha pretendido entrar en ellos para trabajar? ¿Por qué razones yo mismo y mis compañeros requeríamos tan a menudo, en el ejercicio de nuestra profesión y afición, acceder a los campos de maniobras del Ejército? ¡Algo deben tener los terrenos de Defensa cuando a los naturalistas nos hacen tanta falta! Evidentemente, algo deben tener los campos militares cuando los naturalistas los rondamos tanto. No es de extrañar. Están vigilados, toleran pocas perturbaciones (aunque las que haya sean tan ruidosas y alarmantes como las bombas), entra poca gente (para qué les voy a engañar, siempre tiene uno cierto respeto a tropezar con un artefacto que no ha explosionado)». Y esto es lo que he considerado dar a conocer a los vecinos de Moralzarzal, a los amantes de la milicia y a todos aquellos que gustan de conocer la historia de los pueblos de la Sierra de Guadarrama. |
© 2006 - Antonio López Hurtado |