Como prueba de la tradición existente, hay que decir que una zona cercana al Valle y próxima al
Romeral es conocida como El Colmenar del tío Perico (zona en la que se pueden encontrar unos cuantos ejemplares de almendros
además de cantuesos,encinas, tomillos, etc.), lo que da idea de que la tradición viene de años atrás.
Este colmenar del tio Perico perteneció a D. Pedro López González, persona que vino a vivir al pueblo y desde 1920 tuvo la tienda de todos conocida como el Almacén. Esa tienda se conserva aún en el mismo edificio de antaño, en la plaza de la Constitución y entonces se encontraba rodeada de un jardín sin las casas que hay hoy día en la parte que da a la calle de la Iglesia, encontrándose antiguamente en esa calle, al salir de la plaza camino de la iglesia, el bar Negrita, que dejó de funcionar hace ya unos cuantos años. (fijándose bien, se puede ver todavía el rótulo pintado en la fachada donde ponía CAFÉ-BAR NEGRITA, Comidas de encargo). Cuando el Sr. Pedro dejó el negocio, se lo pasó en febrero de 1927 al Sr. Alejandro (D. Alejandro Martín Vallejo), debido entre otras cosas a que Pedro López ya no estaba para llevar negocios. Como el Sr. Alejandro estaba en una tienda de Madrid, ubicada en la calle Concepción Jerónima y el edifico lo derribaron para hacer la ampliación del Ministerio de Asuntos Exteriores y además en la tienda tuvo relación con sobrinos de Pedro López, esta fue la razón por la que se plasmó la cesión del negocio. Pedro López se dedicó también al negocio de la miel y de ahí la razón del colmenar del tio Perico. Además hay que decir que fue padre de una persona muy querida del pueblo, persona nacida en esta villa del matrimonio de Pedro López con Francisca Masedo, mujer que trabajaba en el Almacén y con la que se casó de segundas nupcias al quedar viudo de la primera esposa, Ramona Arcones. Era conocido familiarmente como Pedrito el Cura, que fue un sacerdote de gran sapiencia, conocedor de siete lenguas y ejerció su labor pastoral sobre los años 50 además de en Alameda del Valle y en Pinilla del Valle, en la iglesia de San Pantaleón y más tarde en la de San Vicente Ferrer, en la calle Ibiza de Madrid, iglesia pegada al hospital Francisco Franco, llamado más tarde hospital Gregorio Marañón. También ejerció como profesor en el Instituto Ortega y Gasset de Madrid y otros centros, impartiendo además clases particulares, lo que recordarán aquellos que por entonces estudiaban y se veían obligados a repetir curso o a los que les quedaban asignaturas pendientes, tanto nativos como veraneantes. Un alumno suyo, al que impartía clases de alemán, en marzo de 2008 me pidió razones de él y me contó de lo extraordinario de sus conocimientos, de lo ameno y agradable que era conversar con él, de lo cual doy fe, y que gracias a su labor, emprendió la carrera de la docencia. En las fotos que siguen se puede ver lo que queda del colmenar del tío Perico, a la izquierda una vista desde la zona suroeste, y a la derecha se ve otra zona donde se encontraba la caseta para guardar aperos y herramientas, pero vista desde la zona este, y se puede apreciar lo que queda de una buena labor hecha de mampostería. |
En otra de mis correrías por los campos del pueblo, en la zona del Redegüelo, pegado a una tapia que hay en la
Suerte del Escribano, encontré unas cuantas cajas amontonadas de un colmenar abandonado y al acercarme vi que había una colmena activa con bastante
movimiento de entrada y salida de afanosas abejas. Este colmenar perteneció a D. Horacio Hernández, médico del pueblo antes de la
última guerra civil española que vivió en una casa llamada "La Quinta" en la calle Galeno (antiguamente se la decía
calle de los gatos), donde ahora hay una residencia de monjas, y que fue asesinado en la zona de las Salineras (Becerril de la Sierra) el 19 de agosto de 1936
junto con otras personas. En el censo del pueblo de 1931 apacere como apicultor un cuñado de D. Horacio, que vivía con él y su familia,
llamado Félix Mansilla Puente, hermano de Agustina, la mujer de D. Horacio. Los hijos de D. Horacio siguieron con la tradición de su padre y además de ese colmenar, D. Horacio tuvo otro cerca de la finca llamada Matalacuerda (término de Cerceda), al lado del taller de piedra de F.J. Carralón, cerca de las Columnas y junto al arroyo de Fuentidueña, donde estaba el descansadero abrevadero del mismo nombre de la Cañada Real Segoviana y aún se puede ver el corral en el que se encontraba, y para recuerdo, se muestran las dos fotos que vienen a continuación. |
D. José González (el Escribano), que fue secretario del ayuntamiento, también tuvo colmenas al lado del arroyo
Benerejo, donde está una casa aislada al lado de una fuente y cerca también de la urbanización El Circuito. Hubo otro colmenar enfrente de la fuente
de la Camachas, al otro lado de la calle del mismo nombre, más o menos a la altura de la calle de la Jara, en la zona que hay antes de la urbanización
El Circuito, y era el colmenar del tío Melchor. Otro que hay que mencionar es el colmenar del tío Antolín, propiedad de Antolín Antuñano
Olazábal (fallecido en marzo de 1941), colmenar que estaba en la zona del Redondillo, donde se encuentran las calles Vía del Berrocal, Aranjuez,
Colmenarejo y Mulhacén, colmenar donde estuvo de guarda el tío Bigarda. Después de 1936, Luis Granados tuvo otro junto al camino de la ladera,
cerca del depósito de agua de Juncarejo, al lado de la casa de Pedro Valdepeñas, ocupando hoy día ese terreno la casa de Javier Montalvo, yerno de
Pedro Valdepeñas, y también en el Retamar hubo colmenas, es decir que ha habido tradición de apicultura en este
pueblo y aún sigue. Cuentan que un alcarreño trajo colmenas hechas en troncos de árbol para Luis Granados y las traía a lomos de dos mulas. Para que no se fueran las abejas, traía las piqueras de las colmenas cerradas y una vez colocadas, las abrió y al rato las abejas como consecuencia del ajetreo del viaje estaban muy revueltas y salieron pero no picaban a las mulas del alcarreño (se conoce que estaban acostumbradas a ellas) sino que la emprendieron con un macho blanco que tenía por allí Tomás Sepúlveda y era un espectáculo ver correr al macho por la Ladera. Hoy día existen tres apicultores, con los colmenares en la ladera de Matarrubia y en los Linarillos, zona esta última que antiguamente se llamaba Linar del Borriquero. Los tres están relacionados familiarmente y han pasado por momentos críticos en los que pensaban se quedarían sin enjambres debido a las enfermedades sufridas por los insectos. De los apicultores que hay todavía en el pueblo, dos son mujeres y heredaron la tradición de sus mayores, pues Carmen Prados con su marido Aniceto Domínguez, que también se aficionó a la apicultura, y su hermana Mercedes Prados junto con su marido Narciso López, se dedican a este oficio artesano. Ellos continuaron con la labor desarrollada por el padre de las mujeres, ya que éste, Mariano Prados Sanz y su tío Julián se dedicaron al oficio. Ambos eran hijos de Bonifacio Prados Taillet, la persona que se dedicó anteriormente a esos menesteres. Bonifacio compró las colmenas al Sr. Pedro Sanz González, padre de la señora Hilaria (Hilaria Sanz García) y parte de las del tio Perico fueron vendidas a Bonifacio y a Pedro Sanz. El otro apicultor es José Luis Llama Domínguez, sobrino de Aniceto y Carmen, que viendo el trabajo de sus tíos decidió dedicarse a esta labor tan artesanal y seguir con la tradición familiar. |
Hoy día hay un peligro para las abejas que es una enfermedad nueva que nos llegó en el año 1988 y
que se llama varroasis o varroosis y está producida por un ácaro del tamaño de una cabeza de alfiler, con forma de garrapata (varroa jacobsoni). El tratamiento para combatirle se
hace con piretroides convenientemente dosificados 2 veces al año (abril y septiembre) también se usan productos más naturales como el timol
y el ácido fórmico pero su eficacia es más reducida. Lo peor de este parásito es que es casi imposible de eliminar al 100%, y ese 1%
o 2% que sobrevive vuelve a crecer atacando sobre todo a la cria (succiona la hemolinfa que es la sangre de la abeja) haciendo que nazcan nuevas abejas
atrofiadas, sin alas, sin fuerza....inviables para el trabajo y la supervivencia de la colmena. La queja de los apicultores es que no se investiga lo
suficiente para eliminar esta plaga. Como esta sección es una parte muy interesante dentro de la relación entre flora y fauna, componentes esenciales de los campos del pueblo, los apicultores viendo mi interés por conocer y dar a conocer este arte, se ofrecieron a darme toda la información que quisiera y mostrarme sus colmenares. Y en el colmenar del apicultor más joven que queda hoy día en el pueblo, José Luis Llama Domínguez, me ha dado toda la información que le he pedido e incluso me ha enseñado todas las labores a realizar un día que hizo ampliación de colmenas, experiencia muy interesante. |
Me enseñó la centrifugadora y los aperos para filtrar la miel así como su funcionamiento; el ahumador
para espantar las abejas, encendido con moñigas de vaca que dan buen humo y aguantan bastante tiempo encendidas; la palanca de manejo de cuadros que las
abejas pegan con propóleo (potente antibiótico con el que impregnan las paredes de las colmenas para evitar infecciones de hongos y bacterias y que
obtienen de las yemas de los árboles), los mismos cuadros y los panales; cuadros con placas artificiales de plastico sujetas con alambres al propio cuadro en las que
van marcadas las celdas y que las abejas se encargarán de desarrollar; la tabla que hace de puerta a la colmena y que permite el paso de las abejas pero
no el de otros animales de mayor tamaño como pueden ser los roedores y que recibe el nombre de piquera; las tablas inpregnadas con la sustancia que facilita
el desprendimiento del ácaro dicho anteriormente y que coloca colgada entre dos panales, de manera que toda abeja que pasa por ahí al poco se ve libre
del parásito; el cuchillo sierra empleado para quitar la placa de cera que ponen las abejas una vez han llenado las celdas con miel, operación que
hace el apicultor antes de meter los panales en la centrifugadora para extraer la miel. La operación que realizó a continuación fue el pasar los 6 panales de una colmena a otra de mayor tamaño, colocando 4 vacios intercalándolos con los 6 y sin dejar grandes huecos entre ellos ni con las paredes de la caja de la colmena a fin de evitar que formen celdas en las paredes, pues eso dificultaría el poder recoger la miel de dichas paredes. Después realizó la operación parecida en otra colmena y otras operaciones para ver el estado de panales y mostrarme dónde había zánganos y reinas para así hacer fotos y poder mostrar este reportaje. |
La apicultura es una actividad orientada a la explotación de las abejas para obtener los productos que genera,
que son la miel y la cera. Esta actividad se remonta en el tiempo, habiéndose encontrado pinturas rupestres en las que se aprecia a un hombre
prehistórico sacando miel de una colmena natural, y como prueba de ello se encuentran las pinturas de la Cueva de la Araña en el municipio
valenciano de Bicorp. La miel, de todos conocida, es una sustancia viscosa muy dulce y de color amarillento producida por las abejas al transformar el néctar de las flores y otras partes de las plantas llenando con ella los panales para alimentar a las larvas y a sí mismas. Es dulce debido a la gran cantidad de azúcares que tiene, como son la glucosa, fructosa, maltosa y sacarosa. Las abejas que son explotadas en la zona pertenecen al tipo de abejas melíferas o domésticas, las Apis mellifera, de la familia de las Apidae, familia a la que pertenecen todas las abejas que son explotadas para su aprovechamiento. Estos insectos viven en colmenas, es decir, formando una familia donde conviven tres tipos de individuos, las obreras, los zánganos y la reina. En la siguientes fotos, en la de la izquierda se ven larvas de obreras en las celdas de la izquierda y en las de la derecha, en las celdas más grandes, se ven larvas de zángano. En la foto de la derecha se aprecia la celda de la reina y próximo a ella y a su izquierda se ve un zángano. |
Las abejas hembras nacen en celdas normales, y hacen todas las labores inherentes a la colmena como almacenar jalea real en los alvéolos o celdas reales, polen y néctar
en los otros, ventilar la colmena, producir cera y hacer labores de centinela y vigilancia para rechazar a otros insectos e incluso a zánganos.
Por lo general, las obreras, hasta que tienen unos diez días se ocupan en alimentar a las larvas y después empiezan labores para construir
el panal; a partir de los quince días hacen labores de guardia y sobre el día veinte salen de la colmena para recoger alimento. En la época
de máximo trabajo, en primavera, con la labor tan intensa que realizan y también como consecuencia de tanto viaje, suelen tener accidentes (p.e.
rotura de un ala) y por eso en esta época suelen vivir unos 45 días. Las obreras que nacen después del verano, como tienen que permanecer
en la colmena durante el invierno, suelen vivir cerca de seis meses. Los zánganos son los machos, nacen en celdas más grandes que los de las obreras, viven en primavera y verano y son candidatos a fecundar a la reina en el vuelo nupcial, después del cuál o mueren a manos de la reina o las obreras no les dejan entrar para ahorro de alimento, y los que están dentro, son expulsados de la colmena. La reina nace de un alvéolo o celda real, que es distinto a aquellos en los que nacen obreras y zánganos y es alimentada con jalea real. Después del vuelo nupcial vuelve a la colmena y su función es poner huevos, permaneciendo durante cuatro o cinco años en la colmena, siendo alimentada por las obreras. Otra función muy importante que realizan las abejas es la polinización de las plantas, con lo que se consigue que se produzcan cosechas más abundantes y además se obtengan muchas frutas que sin esa función realizada por estos laboriosos animales no habría fecundación de las flores y no se conseguirían los frutos de los que se alimentan el hombre y otros animales. En la siguientes fotos, en la de la izquierda se ve un zángano, de mayor tamaño que la obrera que hay junto al dedo, y en la foto de la derecha se aprecia la reina con el cuerpo más largo, las rayas más anchas y con el abdómen más puntiagudo. |
En las fotos siguientes se puede ver como el apicultor, provisto del humificador y la palanca para manejar los cuadros de panales se dispone a cambiar el panal de una caja pequeña a otra mayor con el fin de que haya espacio suficiente en la caja para que la colmena se pueda expandir, pues el enjambre está en tiempo de hacerse mayor ya que van a nacer las larvas y además se hace en primavera y es el tiempo para una producción más intensiva de miel y así haya suficiente espacio para almacenarla, y en la otra se ven celdas con las larvas. |
José Luis, tuvo sus colmenas en el Cerro desde al año 1980 hasta 1997, cuando allí estuvo de guarda su suegro Marcelino Hidalgo, y al jubilarse
éste, se las llevó a los Linares, y también las ha tenido en los "praillos", cerca del arroyo Grande, y las tiene en los prados de
Valle junto con las de Enrique Fernández.
Mercedes Prados y su marido Narciso López me enseñaron su colmenar situado en la zona llamada de la "Viña derrotada", encendieron el humificador, abrieron cajas, me mostraron panales, celdas vacias, con miel, con larvas, e incluso me mostraron un zángano que se puede manejar comodamente pues éstos no tienen aguijón, y pude ver un panal con un gran número de abejas obreras apelotonadas siguiendo a su reina. Como era tiempo de verano y ya avanzado, no hicieron ampliación de colmenas, solamente me mostraron lo dicho anteriormente. Viendo estas labores, pude hacer un buen número de fotos al ver todo este mundillo. Mercedes me contó que empezó a conocer el oficio de pequeña, pues cuando contaba 14 años ya manejaba el colmenar, cosa que aprendió de sus mayores y que a veces la enviaban con los apicultores trashumantes valencianos con los que pudo aprender mucho. Enseñó luego a su marido Narciso y recordando cosas del pasado, me contaron que sobre 1972, hubo un año extraordinariamente bueno, tenían unas 100 colmenas y siendo estupendo en lluvias, temperatura y buena floración, consiguieron recolectar unos 3.000 kg. de miel, llegando a tener enjambres de hasta 15.000 abejas y como empleaban cera que tenían reservada para ampliar colmenas, de manera que facilitaran el trabajo de los insectos para que usaran los cuadros que preparaban ellos, llegaron a quedarse sin cera y las abejas hacían los panales a su manera, sin apoyarse en los cuadros que normalmente las colocan para que sobre ellos trabajen, con lo que luego resultaba más dificultosa la extracción de la miel. Recordaban asimismo la manera de preparar una medicina natural para curar heridas y que también usaban para gargarismos o para curarse de problemas con algún diente, mezclando 100 gr. de propóleo y 1 litro de alcohol, consiguiendo una mezcla con una coloración como si fuera alcohol yodado. En las fotos siguientes, Mercedes y Narciso en plena faena cuando me enseñaron cómo hacen su labor. |
En las fotos que vienen a continuación se puede apreciar el pene de un zángano y a Mercedes y Narciso, aún protegidos, después de su demostración. |
A veces se encuentran en el campo carteles como el de la foto siguiente, que se haya por la zona del Cerrulén
y es un aviso puesto por apicultores trashumantes para advertir de la presencia de colmenas, lo cual es de agradecer para evitar incidentes desagradables.
Una advertencia para excursionistas, precaución, pues también hay colmenas trashumantes en el Cerro, cerca de la finca El Postuero,
próxima al arroyo Arenas, colmenas que puso un apicultor valenciano en la finca de Félix Gasco, que también tuvo
allí sus colmenas. Las abejas hacen una importante labor con la polinización ya que se consigue que haya frutos y cosechas aprovechables para el ser humano. Y esta breve historia de la apicultura en Moralzarzal, es otra de esas cosas que dan muestra de las curiosidades que se pueden encontrar cuando recorres los campos del pueblo y que gracias a Dios y al tesón de unas pocas personas, se sigue conservando esta labor como una interesante y provechosa tradición. |
© 2006 - Antonio López Hurtado |